La colocación de una prótesis de cadera se recomienda a pacientes que experimenten dolor en actividades cotidianas como puede ser andar. Este dolor lleva aparejado una limitación funcional que repercute en la calidad de vida y en el normal desempeño de la vida diaria.
Los síntomas que suelen presentar los pacientes suelen ser cojera y dolor, traducidos en la mayoría de los casos en el uso de ayudas para poder caminar, imposibilidad de calzarse, dificultad para entrar y salir del coche., en definitiva una serie de limitaciones relacionadas con la movilidad de su cadera.
¿Cómo se realiza la operación de prótesis de cadera?
Dentro de las prótesis de cadera tendríamos dos tipos, unas que son cementadas y otras que son sin cementar.
Cuando colocamos una prótesis fundamentalmente necesitamos fijación con los componentes de la prótesis de cadera dentro del hueso. Esas fijación la podemos hacer a través del cemento o bien integrándolas a través del uso de recubrimientos de hidroxiapatita u otros recubrimientos de la prótesis que estimulan el crecimiento oseo capaz de asumir la integración de esa prótesis en el propio cuerpo, que serían el caso de las prótesis no cementadas.
Las prótesis cementadas están indicadas para personas con una expectativa de vida más corta. Además a las personas de mayor edad se les presupone una menor calidad de hueso con disminución de médula ósea por lo que la prótesis recomendad es diferente a las personas más jóvenes. Las prótesis no cementadas están indicadas por tanto a las personas más jóvenes.
La colocación de una prótesis supone la recuperación de la calidad de vida perdida. Inmediatamente después de la cirugía los pacientes notan la desaparición del dolor y ya los primeros días pueden deambular y caminar con ayuda. Pasados unos días ya no hacen falta ayudas de bastones o muletas y los pacientes vuelven a hacer actividades que antes no podían hacer por lo que hay una mejora tanto física como emocional.